¿Quiénes creen que merecen ser felices?

Me encanta hacer esta pregunta al público y ver cómo toda la sala levanta la mano. Sin embargo, cuando pregunté quienes de ellos conocían la palabra Apreciatividad antes que yo estuviera allí solo 5 personas lo hicieron. Pocos conocían que su felicidad y la de las personas que los rodean dependen en gran medida de sus habilidades apreciativas. Lo loco es que estas personas estaban allí reunidas gracias a la mirada apreciativa de un grupo de intrépidos soñadores.

Juan Medici, Director Ejecutivo de AFS Argentina y Uruguay, y Hugo Paez, voluntario de Mendoza desde hace muchos años, me convocaron para dar una conferencia en su organización. Allí descubrí un maravilloso mundo de voluntarios que yo desconocía.

¿Qué hacen en AFS? Ayudan a los ciudadanos del mundo a aprender cómo vivir juntos, Sí, eso hacen. Y no muchas personas conocen su gran labor (¿será tal vez que esto sale poco en las noticias?). Ellos son partes de las personas que, a diario y en diferentes rincones del planeta, se dedican voluntariamente a construir un mundo más justo y en paz.

¿Cómo lo hacen? Por medio de la promoción de oportunidades de aprendizaje intercultural para ayudar a las personas a que desarrollen los conocimientos, las destrezas y el entendimiento necesario para crear un mundo mejor.

El viernes por la mañana llegué al hermoso lugar donde se realizaba el encuentro anual de los voluntarios y el Staff de Argentina y Uruguay. Eran casi 200 personas, en su mayoría jóvenes de menos de 30 años. El día era diáfano y el sol parecía brillar de manera especial para estar a la altura de la luz que emanaba de los rostros de aquellas personas. Alegría, color, entusiasmo, participación y diálogos formaban parte del escenario que percibí mientras recorría con mi mirada aquel hermoso el lugar.

Cuando me relataron la historia de AFS, sentí que estaba en el sitio y momento donde quería estar, y que la apreciatividad había llegado nuevamente al lugar indicado. Me contaron que un cuerpo de conductores de ambulancias creado por voluntarios estadounidenses, utilizando una donación de camionetas Ford, participaron de manera pacífica en Europa, África y Asia durante las dos guerras mundiales transportando heridos desde el campo de batalla hasta los hospitales, sin importar su nacionalidad.

Fueron los lazos que se generaron entre los conductores y los heridos, más allá de los conflictos políticos propios de la guerra, los que inspiraron el sueño de aquellos choferes. ¿Cómo evitar las guerras? ¿cómo contribuir a la paz? ¿cómo dejar de matarnos y agredirnos unos a otros? Así fue que en 1947 los conductores de las ambulanicas de AFS transformaron su actividad y comenzaron a desarrollar programas de intercambio estudiantil entre distintos países con el objetivo de que el reconocimiento de las diferencias culturales que proporciona la inmersión en una sociedad distinta a la propia, fuera la garantía de que no se produjesen más guerras.

¡Es genial! ¡Y es apreciatividad a full! Porque lo que buscaron es crear aprecio y valoración entre las personas de diferentes culturas propiciando de este modo espacios para el florecimiento humano por medio del aprendizaje y el desarrollo de relaciones saludables mediante la convivencia intercultural. Crearon así una comunidad de ciudadanos globales decididos a construir puentes entre las culturas en más de 80 países, siendo hoy una de las más grandes a nivel mundial desde hace 60 años.

Lo digo en cada una de mis conferencias: la apreciatividad no nació hoy. En los discursos y acciones de los grandes líderes de la historia podemos encontrarla, ellos propusieron el aprecio y la valoración como una de las bases para la construcción de un mundo mejor. Lo qué sí está naciendo hoy es entrenar esta habilidad como un recurso importante para la vida de las personas. ¡Vamos por un mundo más apreciativo!

Laura Isanta.