El Castillo: pequeñas cosas transforman estructuras

En las organizaciones veo a menudo a muchas personas con ideas e intenciones de transformación positivas que no las llevan adelante porque las ven tan pequeñas que creen que no provocarían cambios en la “gran estructura organizacional”. Les cuesta confiar que pequeños cambios en los comportamientos y prácticas puedan tener  algún impacto que modifique estructuras aparentemente inamovibles.

Seguramente el escritor checo Franz Kafka nunca imaginó que la obra que escribió al final de su vida, El castillo, iba a ser editada tras su muerte. Primero porque su obra  estaba inconclusa y además porque le había escrito una carta a su amigo Max Brod con su deseo de que “Todo lo que dejo detrás de mí… es para ser quemado sin leer». Por suerte Brod no lo hizo y la gran obra de Kafka sigue modificando la estructura de pensamiento de muchos lectores a lo largo de los años.

Menos deben haber imaginado Kafka y su amigo Brod, que aquel libro recorrería el mundo como una pieza clave de la obra del artista mexicano Jorge Méndez Blake.  Este arquitecto, que combina elementos de la literatura y la arquitectura, nos muestra con su pieza cómo las pequeñas cosas puede modificar una gran estructura. Lo hizo colocando una edición en español de El Castillo en la base de un muro de ladrillos, lo que hace que la parte central de la estructura se deforme como una especie de «ruptura», esperando generar con esta imagen una reacción en el espectador.

“Empecé a hacer experimentos con libros y materiales de construcción, por eso la idea de la obra vino naturalmente. Siempre me ha interesado la diferencia de escala. Cómo una cosa pequeña puede transformar algo muy grande”, comentó Méndez en una entrevista. El artista eligió esa novela de Kafka porque su personaje de manera anónima y diminuta lucha sin saberlo contra toda una estructura, que es el castillo. El libro en la obra de Méndez Blake hace exactamente lo mismo.

Lo que me gusta de esta pieza es como con una sola mirada podemos capturar la dimensión que lo pequeño tiene sobre una gran estructura. A mayor distancia se distingue más el poder transformador del pequeño libro. El muro de ladrillos representa muchas cosas. Puede ser una empresa, un marco de pensamiento, un hábito o un estilo de relación, cualquier cosa que habitualmente sea vista como enorme frente a nuestras posibilidades de poder modificarla.

En las organizaciones aún hay muchas personas que dudan que un pequeño acto de aprecio o hacer crecer lo positivo pueda modificar una pesada y arraigada cultura organizacional cargada de negatividad y pesimismo. La obra de Méndez Blake es un cachetazo a la resignación y una invitación a la acción. Su metáfora  es la misma que ha guiado a grandes líderes e innovadores. Siempre hay algo que podemos hacer para transformar la realidad y hasta lo más pequeño hará su parte.

Laura Isanta.