
26 Jun Hygge y apreciativdad: el valor de las cosas simples
Si digo bienestar seguramente podrás poner en palabras de que se trata, pero si digo apreciatividad o hygge puede que no sepas explicar de que hablo. Sin embargo, así cómo sé que has tenido momentos de bienestar, también puedo asegurar que, aunque no sepas explicarlo, has tenido momentos de hygge y has practicado la apreciatividad.
Según diferentes investigaciones, los daneses son quienes muestran mejores niveles de equilibrio entre vida y trabajo y son los primeros en el ranking de las mediciones de felicidad. También está entre los países en que el estado proporciona muchas de las cosas que las personas necesitamos para ser más felices (atención médica, universidad, seguridad, etc.). Pero no todo brilla en Dinamarca, es el país que paga los impuestos más altos y su clima es realmente difícil por las bajas temperaturas y sus días de lluvia cubiertos la mayoría del año por un manto de oscuridad.
Cuando el clima no da respiro, el hygge aparece como un gran recurso para equilibrar una realidad que no se puede cambiar (al menos hasta el momento no es posible hacer salir el sol). Es entonces cuando los daneses rescatan las bondades disponibles de sus vidas y les dan protagonismo. Un viejo pijama de suave algodón, un sofá, un rico café caliente, una tarde cocinando conservas con amigos o una cena con velas para jugar luego a algún entretenido juego de mesa, son algunas de las cosas que sacan “de su galera” para contrarrestar el mal clima.
Hay personas que no tienen ni siquiera estas pequeñas cosas y la vida se les hace difícil aunque haya sol, pero seguramente quienes estén leyendo este artículo estarán más del lado de quienes disponemos de estas bondades y no las valoramos, que de quienes no las tienen. Si no las apreciamos, mucho menos organizamos actividades en torno a ellas para hacerlas brillar más.
Hygge es una palabra difícil de pronunciar para la mayoría de nosotros. Su origen es noruego y se traduce comúnmente como bienestar. Si bien hay en otros países palabras con un significado similar, el hecho de que los daneses la usen a diario la hace una palabra especial. Han creado todo un vocabulario alrededor de esta palabra. Algunos ejemplos son hyggesokker -calcetines que te dan bienestar-, fredaghygge -viernes acurrucados en el sofá viendo la tele-, ensuciarse las manos amasando es una actividad hyggelig y tener una conversación agradable con una amigo es “estar de hyggesnakkede un rato”. Hay restaurantes hygge, panaderías hygge y oficinas hygge.
El hygge como toda subjetividad es complejo de poner en palabras, pero podemos decir que se trata de algo simple, cotidiano y agradable. Una tasa de café caliente, un ambiente acogedor, el olor a pan recién horneado en casa, ropa cómoda. El hygge se siente.
Lo que me resulta interesante de él es que no se trata de algo que ocurra sin más sino de algo a lo que los daneses dedican energía y preparación para hacer que surja en sus vidas. Tienen rituales bien específicos y planifican momentos de hygeelige. Para ello no piensan en grandes o multitudinarios eventos lo diseñan con las cosas simples de la vida. Aunque suene extraño cuanto menos pomposas y grandilocuente sean las cosas más hygge producen. Otro dato importante es que suelen ser actividades que se comparten con otros.
Y la apreciatividad… ¿Qué punto de unión tiene con esta palabra? En primer lugar, se trata también de una palabra que pocas personas conocen aunque confieso que más fácil de pronunciar, al menos para un argentino. El hygge, además, tiene mucho que ver con las sensaciones y estas están íntimamente relacionadas con los sentidos. Estos nos proporcionan información pero hemos de ser sensibles a ella o de lo contrario nunca la percibiremos. El hygge ocurre a quienes son sensibles a lo que sus sentidos les informan.
La apreciatividad aporta una actitud de amplitud y mayor percepción hacia las cosas valiosas y preciadas de la vida. Es, además, elegir deliberadamente poner estas bondades en primer plano. El hygge ocurre a quienes son capaces de promover y capitalizar las bondades de la vida. Algunas bondades son materiales como una casa acogedora, unas velas encendidas, una torta de la abuela o café caliente disponible en la oficina. Otras intangibles cómo la salud, las relaciones familiares y de amigos, la capacidad de ver la luz o de poder salir a caminar.
Apreciatividad y hygge van de la mano y se retroalimentan mutuamente. Cuanto más aprecio los regalos de la vida, cuanto más los comparto con familiares, amigos y/o vecinos y cuanto más me ocupo de crear actividades y rituales que le den aún más brillo, mayores serán los momentos de bienestar, seguridad y tranquilidad.
Es verdad que hay países y empresas con mejores condiciones para que el bienestar de las personas crezca. Aún hay mucho por hacer en la mayoría de ellos para lograr un mayor bienestar de las personas. Pero también es cierto que la apreciatividad y el hygge son simples y están disponibles y al alcance de la mano para la mayoría de nosotros.
Laura Isanta.