¿A quién admirás más? ¿Dalái Lama o a Tom Cruise?

Cuando un grupo de investigadores hizo esta pregunta a ciudadanos estadounidenses, el 80% respondió “Dalái Lama”. Pero el estudio tenía aún otra pregunta: Si pudieras elegir ¿Quién querrías ser? Esta vez las respuestas dieron un vuelco y la mayoría de los encuestados respondió “Tom Cruise”.

Podría pensarse que estas personas creen que con el físico, la fama y la fortuna de Tom Cruise siempre estarán a tiempo de adquirir las cualidades humanas del Dalái Lama y no a la inversa. Personalmente, creo que lo que hace que la mayoría de las personas se decidan por al afamado y apuesto actor es la idea errónea que nos transmiten en nuestro entorno y nuestra cultura, de que la belleza, la fama y el dinero son el aval que amplia nuestras posibilidades de ser felices. Admiramos el coraje, la perseverancia, la valentía y esfuerzo que Dalái Lama ha hecho para llegar a convertirse en el hombre que es, pero puestos a elegir preferimos probar un atajo.

Desde nuestros modelos es difícil imaginarnos felices llevando la vida de un monje y, mientras miremos el mundo con nuestros anteojos occidentales, seguramente buscaremos felicidad por otros caminos y continuaremos anhelando llegar a ser actores, deportistas o cantantes famosos. En verdad muchos de ellos son muy felices, pero probablemente no lo son más que vos o yo, o un enfermero o un mecánico. Otros son muy infelices pero seguramente tampoco lo son más que vos o yo, o que un monje o una cocinera. Quienes logran mayores niveles de felicidad no lo hacen tomando atajos ni esperando que el reconocimiento público o la fortuna traiga felicidad por añadidura.

Sería bueno plantearnos algunas preguntas: ¿Quiénes son mis modelos? ¿En quién me fijo para desarrollar mi vida y mi felicidad? En un deportista, en un empresario, en un monje, en un amigo, en mi abuelo… ¿Me siento libre de elegir estos modelos, o el peso de la cultura tiene una gran influencia en mi elección?

Todos necesitamos guías en nuestra vida que nos ayuden a aprender y a progresar, pero en estados de ansiedad, confusión o debilidad corremos el riesgo de comprar espejitos de colores.

Laura Isanta.