
07 Mar Encuentros con lectores: Pancho Bonta
Jueves de lectores. Venía manejando por la Avenida 9 de Julio cuando sonó mi celular, lo puse en manos libres y atendí. Del otro lado de la línea Pancho Bonta –Lic. De Ambientes, Coaching y Caballos- me preguntó si ese día daría la conferencia en Palermo. Le dije que sí, que en 2 horas comenzaba. Me contó entonces que había indagado en internet sobre #Apreciatividad y estaba maravillado con todo el material que yo había escrito sobre el tema. A modo de ejemplificar lo que para él significaba estar hablando conmigo me dijo:
–Pensarás que es loco, pero estar hablando con vos es para mí como para un hincha de futbol estar hablando con Messi. Me reí, era la primera vez que recibía un halago de este tipo. Respondí a sus inquietudes y en un momento me preguntó:
-Vivo a 100 km. de Buenos Aires, más de una hora de viaje en auto, ¿Crees que pueda llegar a la charla de hoy? Y le respondí:
–Habrá otras oportunidades, no sé si vale la pena correr hoy el riesgo de no llegar por el tráfico. Cortamos y continué manejando.
Llegué a la sala y entre la firma de libros y los preparativos llegó la hora de comenzar. El evento transcurrió muy bien y me sentí muy a gusto con los resultados. Al finalizar, sorteamos un libro entre los presentes y lo ganó un joven que estaba sentado en el fondo de la sala. Tras acercarse a recibir su premio con una notoria alegría en su rostro, se puso a mi lado para posar para la foto y mientras el fotógrafo acomodaba su cámara, me dijo en voz baja:
–Yo soy Pancho, el que habló hace un rato por teléfono con vos. ¡Wow, no lo podía creer! Y continuó: –Cuando cortamos quedé tan entusiasmado que agarré el auto y me aventuré a venir.
Pancho no solo había llegado a tiempo sino que además se había ganado el único libro que sorteamos entre los muchos participantes. La suerte es para aquellos que se preparan para encontrarse con ella. Luego de su lectura me escribió estas palabras:
Cuando lo leí entendí a la perfección porque me lo habían sugerido tan sólo con un simple ejemplo: el vaso medio lleno o medio vacio. Sin dudas que verlo siempre lleno para mí fue novedoso y también contagioso.
El momento en el que contaste que querías ir a estudiar a Chile pero no tenía los medios me inspiró: Planteaste firme tu objetivo en hacer el viaje y luego en ver el cómo llegar a él. Estaba leyendo un domingo por la mañana junto a mi hijo de siete años, y él me comentaba que quería tener mucha plata para tener muchas gallinas. Entusiasmado le cite tu ejemplo, esperando que le sirviera para toda su vida, y me dijo que le pareció muy aburrido, lo cual fue una desilusión para mí. A la semana siguiente vino a contarme algo como si fuera casi un problema, pero al parecer había encontrado la solución: “Como hizo la del libro papá, que se fue a otro país a estudiar…No sabía cómo, pero si sabía lo que quería hacer. ¡Ya sé cómo hacer para tener todas las gallinas que quiero sin comprarlas! Le voy a pedir a tal que me dé una, y a otro que me preste otra… Después yo les voy a compartir las crías que vamos teniendo ¡Y así todos tendremos muchas más!”
Esta historia continuará, porque la esposa de Pancho un día encontró el libro en su casa y también comenzó a leerlo…